martes, 22 de julio de 2008

¡Eureka!



Las mujeres tienen clítoris. Tamaña revelación ha provocado que decenas brinquen del baño y corran por la calle calatas, exhibiendo su sexualidad en cada vez más blogs y columnas de opinión. El inminente estreno de Sex & the City explicaría (nótese el condicional) parte de este descubrimiento en la prensa peruana. Sex & the City pretende ser la piedra de toque de la mujer urbana ("the cosmo girl in a posmo world"). Allí cambian de hombres como de zapatos. Nueva York, THE city, es el verdadero protagonista. No con su grisáceo e infértil intelectualismo, como en las películas de Woody Allen. Tampoco con su conflictivo crisol de ascendencias, como en las de Scorsese. El Nueva York de la saga es un gran escaparate de accesorios femeninos: bolsos luis butón, sacones prada, prendas guchi y hombres beta. Porque mientras las chicas sólo quieren divertirse, los chicos sensibles son cada vez más vulnerables (insertar link a busconovia aquí).

Las Carrie Bradshaw peruanas se ríen, superadísimas. Sexismo al revés, dicen algunas. Post feminismo, repiten otras. Ellas creen haber superado largamente el feminismo: lejos de quemar sostenes, los rellenan. Pero la serie ni siquiera es un canto jovial a la frivolidad femenina. Sex & the City es una muestra del falocentrismo más duro. Uno en el que las mujeres deshojan capítulos de su vida buscando al hombre que les calce como un zapato dior. Y entre los rascacielos neoyorquinos que se elevan enhiestos y protectores, se impone el Empire State de los machos alfa: Mr. Big, cabeza del sistema falocrático.

Pero volvamos a las columnas de sexo. Se extraña en algunas de ellas una voz femenina experimentada, de las que se encuentran en política (Palacios, Seminario, Blume), cultura (Pollarolo, Silva Santisteban) y demás rubros. No queda claro si es la prensa quien le asigna un papel periódico asexual a la mujer mayor. Pero es obvio que las jóvenes monopolizan el periodismo amoroso o coital, que para efectos del caso es lo mismo. A falta de experiencia profesional, éstas apelan a la personal. Pero aunque algunas aleguen tener decenas de encuentros sexuales, los especialistas en la materia siguen siendo hombres: Marco Aurelio Denegri, Ricardo Badani o, en menor medida, Pablo Castro. O ya pues, Artidoro Cáceres. Bastaba leer a la Rampolla en La República para confirmar que escribe pésimo, con todo y caretos =).

Un mensaje a la conciencia: en vez de reclamar orgasmos, reclamen ciudadanía. Participación, voz y voto, verdaderos espacios de opinión. El empoderamiento (con voz toledista) no es solo una cuestión de cama. A la larga, la clitocracia a lo Sex & the City confirmaría que el feminismo mal entendido bien puede ser un invento masculino para conseguir más sexo.

viernes, 28 de marzo de 2008

La pluma del fénix


A raíz del reciente plagio que compromete a Etiqueta Negra decidí peinar la revista en busca de los nuevos jotitas del balompié. Alguno debía existir. Así, tras muchas páginas revisadas, me topé con una verdadera revelación. Su nombre es un enigma: Fritz Berger Ch. Se encarga de la sección Biblioteca de Autoayuda. El ensayo, en esta ocasión, versa sobre la buena aceptación que goza nuestra gastronomía (al punto que hasta la clase política quiere servirse de ese plato). Basta un extracto para asentir con la cabeza:


"Ante el desplome sistemático de cualquier otra representación -deportiva, política, intelectual- lo comestible se yergue en viga maestra de acervo e identidad. Y en perentoria oportunidad de negocio, cómo no. Usted, que siempre supo hacer una que otra tontería en la cocina, también puede ser un chef famoso y bendecido por la gula ajena." (Manual para ser protagonista del boom de la cocina peruana, p.32. Etiqueta Negra año 6 número 57)


Ok, es bueno. Pero mejor sigamos:


"El reto es constuir una leyenda (...). Una combinación infalible, dada la imperante estética del guerrero herido, sería reunir una serie de leves minusvalías: un sutil seseo, una media cojera y un parche en el ojo. Esto habría de estar refrendado en un anecdotario culinario semiverosímil: usted perdió el globo ocular al cocinar el legendario plato mongol Conejo hervido vivo a la fuerza con una sola mano."


Más:


"Atrévase a experimentar más allá de los límites del sentido común (y la salubridad pública). ¿Cuánto más habrá que esperar para que un audaz chef peruano pueda servir, sin que le tiemble la mano, unas Finísimas hojuelas de párpado de vaca untadas con paté de trasero de cuy sobre una gelatina de vejiga de tilapia acaramelada? Mi paladar espera."


Bravo. Ovación de pie. No busquen más. Dense por bien servidos.

jueves, 27 de marzo de 2008

La muerte



Comercial argentino de atún La Castagnola

+ chistecito homofóbico

+ tres conocidos dipsómanos

+ un par de traseros con swing (las 'cebaditas')

+ un toque de criollada

+ salsa 'chévere'

= el comercial del casting de lúpulos de Brahma (ver storyborard)





Caballero, así es la publicidad.


Ojo con el final: Carlos Alcántara y Barraza dándose un simbólico abrazo. El supuesto humor de la clase AB (unipersonales, narices rojas) aliado al del tradicional CD (Astros de la Risa, La Mueca). No es casual que Barraza se considere también un experto en impro. El propio Alcántara lucra con su pasado de barrio, su impronta malandra y su barniz criollo. Eso es lo positivo: no hay elitismo ni discriminación en la risa peruana. El humor es igual de idiota en todos sus estratos.

Piensa en pequeño


Filmar bautizos, poner curitas, construir clósets, reparar radios a domicilio. Es decir, pensar en pequeño. Pensar como bodeguero, como diría Castañeda Lossio si no fuese un muerto.


El blog Choledad Privada explica su desagrado ante un comercial de la UNSMP en un post. Un extracto:


"Así como para ser un chef preparado se necesita conocer los avatares del día a día entre sartenes sucias, cebollas por picar y peladores de papa, la Universidad pretende obviar este hecho e invita al estudiante a basurear al equipo operativo y ejecutor de las filmaciones de una empresa audiovisual, u olvidar que todo buen diseñador industrial necesitará saber cómo armar un closet antes de pretender hacer una serie de 500 mil unidades de exportación. La arrogancia inaudita de la universidad que habla es sorprendente, nos hiere y nos asusta. Nos encantaría poder conocer las razones que impulsaron a su institución (y a Toronja que se encargó de la publicidad) a crear recursos de esta índole para convencer al entramado escolar que una “universidad que habla” y “que basurea las carreras técnicas o el derecho de piso que todos pagamos para crecer profesionalmente” es una mejor opción que apelar al prestigio, a la calidad de la enseñanza, o -lo que sería más mundano pero más fructífero- simplemente a la increíble capacidad del ser humano de decidir sobre su futuro libre de presiones ni mensajes de éxito soberbios. Disculpen el hígado pero así no juega Perú; desde esta tribuna, queremos una choledad inclusiva y tolerante."





Filmar bautizos, poner curitas, construir clósets, reparar radios a domicilio...




lunes, 17 de marzo de 2008

Tongo es emo

Eso explica el sufre peruano, sufre. Esta imagen difundida por http://www.noemo.net/ ayuda a comprender el porqué de las letanías de Tongo. El subestimarse ante una pituca (why? si yo soy chichero nomás) o dejarse maltratar por Bayly, por ejemplo. La baja autoestima, la piel dura, la consistencia del teflón, la mirada bovina, la voz que asemeja un llanto.
Pero Tongo no es el único emo inadvertido. Que pase Emo cosquillas.


viernes, 14 de marzo de 2008

We can be heroes (just for one day)


Discrepo con Rolando Breña Pantoja cuando asegura que, en el Perú, "para ser héroe, basta acopiar chivilines para las chelas". Me explayo en lo obvio: la campaña de 'El Chancha' es sólo una humorada, la enaltación de un personaje popular que busca darle al pedestre acto de libar cerveza la categoría de rito o tradición tribal. Además, emplea la misma idea de este otro comercial de cerveza: Real men of genius, de Bud Light.






Pero Breña Pantoja no deja de tener razón:


"El Perú necesita héroes. De aquellos que nos endilgaron

en la escuela y el colegio, la mayoría eran militares.

Ingresaron algunos civiles como lunares, pero casi

ninguno era indígena. Seguimos siendo deficitarios. Tanto,

que si un deportista o un equipo consigue algún triunfo en el

exterior, los convertimos inmediatamente en héroes."

Allí está la miniserie de los Jotitas, con situaciones inventadas que suplen la falta de argumento. Mientras, Manco manca como deportista. Cubillas le aconseja en vano. Allí están también las dos miniseries de Néctar, un tributo desmedido que le rinde homenaje a un grupo de peruanos que sólo hizo lo que tenía que hacer: sobrevivir ganándose la vida para llevarle comida a sus hijos, seguridad a sus esposas y caprichos a sus amantes (ni el sexo extramatrimonial ni la coca aparecen en las hagiográficas miniseries peruanas). Ser trabajador y sacrificado en el Perú es sólo cosa de héroes, acaso de mártires.

Otro síntoma: peruanos que buscan un héroe en serie, a falta de uno en serio.

miércoles, 20 de febrero de 2008

¿Quién es el caricaturista de Correo?


Quienes recuerdan el C.H.E.S.U!. (Coleccionable de Humor y Entretenimiento Semanal Ultrahilarante) sabrán que fue un vulgar paliativo para la juventud del fujimorismo. Era popular, chichón y con visos subte. Durante un buen tiempo, incluso, se dio el lujo de hacer humor de oposición. Mientras, Jorge Benavides nos hacía cosquillas con su humor escapista (¿el salón de clases de Gloria Helfer?). Mientras, Carlos Álvarez fujimorizaba su talento y le pegaba a la Pindonga descargando en ella su obvia misoginia.
Ese primer C.H.E.S.U!. derivó en Zoociedad ilustrada, subiendo su precio y su nivel intelectual (es un decir). Fue la época 'dorada' del cómic punkpopular. Allí estaba el humor negro escuela Robert Crumb de Álvaro Portales y el talento de Víctor Pereira, Gaston Puente de la Vega, Roger Galván y Julio Figueroa. Las secciones Mátate, Vida de Alcantarilla y Koch A tu Ma destacaban del resto. Y, claro, estaba Toño Tapia, el actual caricaturista del diario Correo.
El personaje de Tapia era y sigue siendo El Trolo, un dibujo algo falomorfo. El Trolo sólo se preocupa por conocer mujeres y sobrevivir flotando en el hueveo. Una especie de Condorito perutopista y criollón. Tiene un padre llamado Don Trololón y un hijo/sobrino llamado Trolito (con la nariz sin circuncidar). ¿A qué viene todo esto?


Pues a que Tapia jamás fue un caricaturista político. Siempre fue el lado ramplón de C.H.E.S.U.!, el tipo de los traseros inflados y los chistes copiados. Sigue siéndolo: quizá por eso sus dibujos no aparecen en la edición electrónica del diario. Hoy, gracias al guión diligente de Aldo Mariátegui, Tapia se ha convertido en su versión escrita: maniqueo, sexista, misógino y con un humor demasiado grueso para ser tragado. Se dedica a atacar -animus jocandi de por medio- a los caviares, rojos, rosados y demás fantasmas que le quitan el sueño al discurso neocon de los Agois. No escatima esfuerzos en caricaturizar la cojera de César Lévano, la estatura de César Hildebrandt o la inteligencia del 'electarado'. Incluso ha creado una tira para mofarse del hitman caviar Diego García Sayán: Las aventuras de Dieguito. Dieguito siempre sale con su bigotito, su look intelectual y su ONG Pintando pajaritos. Pero más allá de identificar a sus blancos de ataque, el problema es su sospechosa falta de humor.


El actual CHESU no conserva ninguno de sus atributos de antaño. Es un copy/paste de chistes de internet y calatas pixeleadas. Lo poco de política que trae viene de la escuela facha de Tapia, actual factótum de la publicación. Pero claro, se vende más que nunca.

Sin Ariel no hay chaca chaca

Era Sandro Venturo


Años luz luego de aquel concurso que buscaba adivinar la identidad del personaje de espaldas en el recordado afiche del 11 Encuentro Latinoamericano de Cine, se revela el misterio. No era otro que el mismísimo Sandro Venturo. La entrevista es de Urbania, pero eso es lo de menos.

Se busca


Alguna vez me pasaron esta página web para ejemplificarme el concepto de 'humor involuntario'. Ahora devuelvo el favor rotando esta columna aparecida en la publicación gratuita Urbania. Es del mismo autor. Ojalá ayude a arribar a una definición precisa. Y si el mismo Carlos Ramírez Magan lee esto, ojalá nos de una mano.

La Luna era chilena


El 25 de setiembre de 1953, Jenaro Gajardo Vera compró nuestro satélite natural en 42 mil pesos (hoy serían aproximadamente 68 euros). El abogado de 35 años publicó tres avisos en el diario oficial por si a alguien se le ocurría reclamar la luna. Como nadie respondió, la inscribió en el Conservador de Bienes Raíces de Talca, previo pago, y con la anuencia del notario César Jiménez Fuenzalida. Por supuesto, los inspectores tributarios le tocaron la puerta a pedirle un ojo de la cara sólo en impuesto predial. Jenaro los exhortó a proseguir con la normativa vigente: acudir al lugar para realizar las medidas de la propiedad y determinar así la adecuada tasación.


En 1969, el propio Nixon le solicitó -mediante la embajada gringa en Santiago- el permiso correspondiente para el alunizaje del Apolo XI.


La motivación que impulsó la compra fue sencilla: poder formar parte del Club Social de Talca, que pedía como requisito el contar con alguna propiedad.


En su testamento, Gajardo le dejó la Luna a la humanidad como patrimonio. Y nosotros peleando por un aguardiente.

lunes, 7 de enero de 2008

Cinefagia


La larga escaramuza entre de los jóvenes críticos de cine de la revista Godard! y los críticos senior de Hablemos de cine sigue acumulando metraje.
Hagamos rewind y recordemos la historia: no es una riña furtiva, como la persecución de Ricardo Bedoya a Luis Carlos Burneo. Tampoco es propiamente un intento de parricidio, pues el uno no reconoce su prolongación o influencia en el otro. Los jóvenes de Godard! (Sebastián Pimentel y Claudio Cordero, principalmente), buscaban desmantelar una supuesta complacencia de la crítica oficial para con el cine peruano. Sobre todo en su primer número. Poco a poco fueron morigerando su discurso, pero es justo decir que el mensaje caló. Hoy se percibe que la crítica, en general, le exige más al cine peruano, tratándolo más como cine que como peruano.
Pero el enfrentamiento ya había sido declarado. Ricardo Bedoya, el crítico más influyente del medio y la cabeza visible de la crítica acusada de complaciente devolvió el arroz pegoteado. Para él y los suyos, los Godard! eran atrevidos porque la ignorancia es atrevida. Desde entonces, los puyazos han ido y venido en conferencias, conversatorios de cine, reseñas, medios escritos como Somos (El bien esquivo), y en el mismo programa de Bedoya El placer de los ojos.


Esta vez, la rencilla es en la blogósfera. Y Ricardo Bedoya golpeó primero:

"Luego de una búsqueda apareció el blog referido http://todocine.blog.terra.com.pe/ y nos dimos con la horrible sorpresa: el concurso de polos y llaveros de Alvin y las ardillas y Alien versus Depredador 2 organizado por el blog del director de la revista Godard! y Fox ya culminó y los felices ganadores deben estar disfrutando de sus premios.¡Así no vale, pues! La próxima que avisen con tiempo para participar. Esas ardillitas hubieran sido nuestro mejor regalo de Navidad." Bedoya argumenta que Cordero es "un crítico subido a las estrategias de venta de películas". Se pregunta: "¿el crítico de cine es una pieza más de la campaña de marketing de una película cualquiera? ¿El director de una publicación de crítica de cine que se supone seria -al menos colaboran allí algunas personas respetables- puede afiliarse a la infopropaganda sin ningún reparo? ¿El reciente jurado Fipresci en el Festival de Río puede avalar sin más la agenda de promoción de una compañía de distribución?" Y más. Hasta Isaac León Frías mete su cuchara de te.

El remate es genial (caballero, Claudio): "Bruno Pinasco lo hace mejor. Creo que lo que hace Bruno es irreprochable y útil. Él no se hace pasar por critico, ni nada por el estilo. Su función es promover películas y está bien que lo haga porque eso mantiene informado al público de lo que hay en las salas."

Claudio Cordero no parece acusar recibo del golpe en su blog. Ajuuuummm... seguiremos esperando.

miércoles, 2 de enero de 2008

Sin piernas


Alerta spoiler. Esta escena del primer capítulo ("Un gran sueño") marcó para siempre la vida de Oliver Atom. Un camión lo embistió en plena calle, pero el fútbol -su mejor amigo, el balón- le salvó la vida. La vida, pero no las piernas. Googléenlo y séquense las lágrimas. Sollocen y reclamen su pedazo de infancia de vuelta: la saga de los supercampeones no es más que el sueño afiebrado de un niño en coma que, al ser arrollado por un camión junto a su balón, termina alucinando una carrera como futbolista. Tras vencer a Brasil y levantar la copa mundial, despierta. Su madre lo abraza y el zoom out revela sus muñones. Eso explica todo. Los maratónicos partidos de 15 capítulos, las patadas aéreas, el onírico cesped kilométrico. Referencias hay muchas. Los japoneses suelen preferir finales así de fuertes.
Sin embargo, los optimistas que nunca escasean dicen que es sólo un fanfic, un fake, un rumor viral. Pero lo mismo decían del epiléptico capítulo de Pokemon, del happy ending italiano de Candy y de cuando el Coyote se salió con la suya. Los pesimistas, que nunca son suficientes, aseguran que Tsubasa Ozora terminó sus días como próspero delantero del Deportivo Municipal -rogando haber perdido ambas piernas- bajo el pseudónimo de Masakatsu Sawa. Noten el parecido en ese gol de tijerita.

Sin brazo

Afiche de Space Adventure. Cobra está levemente inspirado en Jean-Paul Belmondo


La chica de la metralleta me hizo recordar al chico de la psicoarma, esa especie de catalizador de la energía mental que dispara a matar. Pero en lugar de la pierna derecha se trata del brazo izquierdo (con este post y el próximo prometo cerrar esta involuntaria saga de amputados y tuertos del recuerdo). Cobra, un cruce entre James Bond y Blade Runner donde el martini seco sin agitar es reemplazado por un puro habano. También se ve aquí harta explotación de clichés ("súper agente espacial") y recursos primarios: mujeres en bikini, mujeres desnudas, mujeres gigantes.
La base del guión, sin embargo, es una poderosa historia de Philip K. Dick, caserito de Hollywood (Blade Runner, Minority Report). El cuento We Can Remember It for You Wholesale trata de un gris empleado del futuro quien, ante su poca solvencia, acude a una empresa que implanta recuerdos: una económica forma de tomar unas vacaciones de su rutinaria vida, de dejar de ser él y cambiar de identidad. Entonces cae en la cuenta: alguien ya había implantado un recuerdo en su cabeza. ¿Le lavaron el cerebro al agente secreto para hacerle creer todos estos años que era un simple trabajador más? ¿O el anónimo sujeto está sólo viviendo la fantástica aventura virtual por la que pagó? La noica futurista es relatada con maestría, y el personaje es tan rico en dobleces que hasta Arnold Schwarzenegger lo interpreta bien en ese clásico underrated de Paul Verhoeven, Total Recall. También conocida como 'la película donde un feto habla.

Hello, Legs

Rose McGowan en el papel de una bailarina a go-go.


Pero, ¿de qué estamos hablando? De Grindhouse, el combo hecho al alimón por Robert Rodríguez y Quentin Tarantino en homenaje a aquellas funciones dobles del cine de serie B, y sobre todo del posterior cine Z rescatado por la Grindhouse de Murawski y (Sage) Stallone (gracias a la cual pudimos apreciar el clásico de Wilson, Holocausto Caníbal). Vale decir, un tributo a la sexploitation, blaxploitation, zombiexploitation, nazisploitation, hixploitation, carsploitation, gunsploitation y la teensploitation: el paquete completo. Los trailers 1 y 2 son bastante explícitos, pero valga más información.

Planet Terror y Death Proof fueron concebidas como dos películas por el precio de una, pero aquí se les suele conseguir por separado (la taquilla del combo no les viene sonriendo a los muchachos). Lo lamentable es que la partición promueve la desaparición de los cuatro trailers apócrifos que acompañan Grindhouse (los que, a su vez, han fomentado un concurso interfanáticos de fake trailers): Don't, Thanksgiving (del director gorno de Hostel, Eli Roth), Werewolf women of the S.S. de otro miembro del splat pack como Roth, Rob Zombie (con Nicolas Cage como Fu Manchu), y Machete (la historia del Charles Bronson mexicano (sic) que pronto se materializará en película de la mano de Rodríguez). Vale compararlos con algunos trailers originales de 1972: Trouble Man ("He carries two guns: one to stop trouble and one to start trouble"), Hit Man, Invasion of the Blood Farmers y Blacula.
Los consabidos guiños tarantinianos están por todas partes, pues en Planet Terror metió su cuchara. Prácticamente la codirigió junto a Rodríguez. La hipertextualidad, el reciclaje, los pimpmobiles y la excelente música arcana. Además del usual bretonismo, una novedosa afición por las piernas: depiladas, bronceadas, amputadas o destrozadas. Piernas, piernas y más piernas (gracias a los amigos de cinencuentro.com por la página web).
Grindhouse es un gran tributo a Romero, Carpenter, Brass y Meyer. Pero sobre todo al mejor Kurt Russell, quien antes de actuar en pelas monses se hizo conocido por dos detalles: personificar a Elvis en numeros filmes y series, y ser el héroe/villano fetiche de John Carpenter en filmes que dejaron huella como Big trouble in little China y Escape from New York y sus secuelas. El villano de esta última, Bob 'Snake' Plissken, inspiró el personaje de los Simpsons y convenció a Tarantino de darle a Russell el rol protagónico: un jijuna tan mierda como patético.

martes, 1 de enero de 2008

Quentin Tarantino's Death Proof

Sydney Poitier, hija del ícono cultural Sir Sidney Poitier -el actor que con un histórico Óscar ayudó a combatir la discriminación racial en Hollywood- se luce como la blaxploit pin up Jungle Julia.

Si el cine es la verdad a 24 cuadros por segundo -como dijera Jean-Luc Godard, héroe personal de Tarantino- esta es una recatafila de planos memorables. Y el primer plano es la primera verdad: Death Proof es el auténtico Tarantino. Para bien y para mal.

Quienes se matan argumentando que Jackie Brown representa al autor detrás del bromista del reciclaje olvidan el universo de pastiches y simulacros a lo Baudrillard en que se sostiene toda -toda- su filmografía: los cigarrillos Red Apple, las hamburguesas Big Kahuna, los zippos. No existen un Tarantino paródico y uno auténtico. Siempre hubo solo uno, a veces desmedido y a veces controlado. Y el de Death Proof se salió de su cauce. El filme es una nada de meandros inertes, con lagunas navegables y diálogos tan chispeantes como soporíferos. Travellings sinuosos y paneos sinfín que imitan en disfuerzo y nulidad la cháchara adolescente de las chicas en pindinga que encuadran. Suena mal, pero está bien: el Tarantino menos reflexivo es el más cinematográfico, el que prescinde del lenguaje oral y se aboca a la pura representación plástica. Unos vulgares shots de tequila, una rockola añeja y un plato de nachos arman -cada uno dentro de su propia lógica narrativa- efímeros y hermosos planos, minúsculas verdades.

Quizás la única reflexión sea la ballardiana idea de la colisión como orgasmo, de la muerte al alimón como único consuelo ante la imposibilidad de alcanzar esa otra pequeña muerte, la sexual. Como el villano Kurt Russell no puede encamarlas, las mata: es la premisa de toda slasher movie que se precie. La referencia al Crash de Cronenberg no es gratuita: el malo (esa suerte de James Dean chuzeado y en decadencia) las penetra con el parachoques del carro. "Small dick!" exclama la pin-up de turno (Jungle Julia, Shanna o Arlene) ante el pata que se cree muy bacán porque hace bulla con su motor. Y qué carros; todos dignos de las grandes persecuciones que Death Proof parodia.
Pero aunque no sepas de carros (ni de mujeres) cada plano se explica por sí solo. Como decía Cabrera Infante sobre las películas de persecuciones: no es lo mismo un hombre con problemas dentro de un carro que un hombre dentro de un carro con problemas. No es el coche, es el chofer. Tampoco es el culo, sino la vagina dentada: ésa es la verdadera asesina de la historia. Kurt Russell es sólo una víctima.

Choque de dos mundos


El choque de dos mundos, la colisión del arroz con el mango. Como cuando el 'Chema' Salcedo empieza un capítulo de El libro de la sospecha con una canción de Iron Maiden ("Fear of the dark"). Como cuando el epígrafe de No se lo digas a nadie revela un sorpresivo verso de Morrissey: "Dont leave it all unsaid / Somewhere in the wasteland of your head" ("Sing your life"). Esa colisión en el estómago sentí al leer el siguiente 'picotazo' de Gian Marco, caballero de la orden del sol en grado de gran huevas:


“No soy un lector voraz, pero he estado leyendo Prosas apátridas de (Julio Ramón) Ribeyro y creo que mi estilo va por ahí.” (Gian Marco, geniecillo dominical)


Pasado el malestar estomacal, un saldeandrus: Maiden, Morrissey y Ribeyro seguirán siendo Maiden, Morrissey y Ribeyro. Lo mismo para el resto.