jueves, 18 de octubre de 2007

Mariátegui y Hildebrandt, hermanos de mala leche



Una pluma puede hacer cosquillas o cortar como una navaja. Depende del usuario. En el caso de la reciente mecha entre los duelistas César Hildebrandt y Aldo Mariátegui, hubo sus buenos chuzasos. A veces Alditus trocaba la chaira por una botella rota. Finalmente, H sacó el verduguillo y cortó oreja sin manchar de rojo el parquet. No había sangre en esa cara.
¿Qué revelación importante ha dejado el enfrentamiento? Varias que son comidilla de la intelligentsia limeña. Pero sobre todo una: así como hay hermanos de leche, Aldo M. y H son hermanos de mala leche. A continuación, la prueba A:

"Se acaba de morir, en el Madrid de los Austrias, uno de los mayores escritores de periódico que España haya parido. Se llamaba Francisco Umbral y era mi desayuno de cada mañana durante esos años felices que pasé en el país que jamás pensé amar pero que amé profundamente. La verdad es que era la mitad de mi desayuno. La otra mitad era Eduardo Haro Tecglen, que también se murió años atrás. A Jaime Campmany, otro difunto, se le podía leer pero por su boca hablaba Franco, gritaban los legionarios y mandaba callar la Falange."

"Murió Francisco Umbral, maestro de la pluma que escribía las mejores columnas en España, a mi parecer, tras la muerte de Eduardo Haro Teglen (otros, como Pedro Salinas, preferían antes a Jaime Campmany)."

Además, el propio Alditus ha reconocido en más de una entrevista una influencia, digamos, hildebrandtina, en palabras de Santiago del Prado. Pedro Salinas, a su modo, es una suerte de primo menor en la familia. Su prosa es hildebrandtina pero sin bilis, y es frontal como Alditus a pesar de no compartir sus puntos de vista. ¿Y quién es el pater familia? Umbral, claro. Pero el abuelo es sin duda Alberto Hidalgo (ver el Sabogal con su rostro). Combinaba un poco de arequipeño con algo de argentino. Racista y homofóbico como Alditus; faltoso y fosforito con políticos e intelectuales, como H. El libelista se bajó de un plumazo a Ricardo y Clemente Palma, a Andrés A. Cáceres, a Piérola, Riva Agûero, Belaunde --"el buey"-- y Haya. También fue el precursor de Pedro Salinas, pues mucho antes de que Juliaca fuese una caca Sánchez Cerro era un excremento:

"Es el abanderado de los barriles de la basura, el presidente de los desperdicios. Su nombre no se graba con tinta sino con repugnancia, y es lo que resta sobre el papel higiénico en la reserva de las letrinas, pues no hay trasero que no sepa escribirlo. Sánchez-Cerro, o el excremento." (Sánchez Cerro o el excremento)

Jorge Luis Borges, erigido papapa de todos con su ensayo Arte de Injuriar (1933), escribió alguna vez sobre Hidalgo. Bastó una pincelada en el prólogo de su poemario El otro, el mismo (1969) para destruirlo: "El escritor --llamémoslo así-- Alberto Hidalgo...". Hidalgo, décadas atrás, lo había asustado con la palabra 'mujer'. Borges, sin embargo, participó con un prólogo en la antología del peruano Índice de la nueva poesía americana (1926) junto a un tercer reconocido libelista: Vicente Huidobro (revisar su libro El Bacalao: Diatribas antinerudianas y otros textos). Cómo pudieron trabajar juntos, nadie se explica. Salvando las distancias, quizás en un futuro lejano veamos a Aldo M. y Hildebrandt a la misma mesa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

lo maximo del prado? q es de el?? bueno de hecho q aprovecho bien las clases del tio aladino de critica textual, jejeje